Lejos de ser un tabú, hoy se entiende como una transición clave para la salud física, emocional y social de millones de mujeres
La menopausia ya no es un punto final, sino el comienzo de una nueva etapa. Aunque durante décadas fue silenciada o reducida a un problema menor, hoy la medicina y la sociedad empiezan a mirarla con otra profundidad: las mujeres viven cada vez más años y, en promedio, transcurren cerca de la mitad de su vida en etapa posmenopáusica.
Desde el punto de vista médico, la menopausia se define como la ausencia permanente de menstruación durante 12 meses consecutivos. Sin embargo, su impacto va mucho más allá de un dato clínico. Cada mujer la vive de manera distinta, influida por factores como la genética, el estilo de vida, la alimentación, el nivel de actividad física, el contexto emocional y el acompañamiento social.
Durante gran parte del siglo XX, la menopausia solía aparecer entre los 45 y 50 años, cuando la expectativa de vida femenina era sensiblemente menor. En ese contexto, los síntomas se aceptaban como inevitables y no existía una mirada integral sobre la calidad de vida. Hoy el escenario es otro: llegar a los 80 o 90 años es cada vez más frecuente y eso obliga a repensar esta etapa desde una lógica de bienestar y prevención.
Especialistas del Departamento de Endocrinología Ginecológica de la Sociedad Argentina de Endocrinología y Metabolismo (SAEM) explican que la transición a la menopausia se convirtió en una oportunidad para revisar integralmente la salud femenina, tanto en prevención como en tratamiento.
“El aumento de la longevidad hace que las mujeres transcurran un tercio de su vida luego de la menopausia. Por eso, hoy el abordaje debe ser integral: cambios en el estilo de vida, alimentación adecuada, actividad física y opciones terapéuticas personalizadas”, señalan los profesionales.
La clave está en observar los cambios, comprenderlos y aceptarlos, un primer paso fundamental para atravesar esta etapa con mayor bienestar.
Los síntomas de la menopausia varían en intensidad y combinación. Entre los más frecuentes se encuentran los sofocos, los cambios anímicos como ansiedad, irritabilidad o depresión, las alteraciones del sueño, el cansancio persistente, la llamada “neblina mental” y la disminución del deseo sexual.
Otros signos habituales incluyen la sequedad vaginal, infecciones urinarias recurrentes, pérdida de colágeno en la piel y menor energía general, incluso sin modificaciones en la rutina diaria. El síntoma que más consultas genera sigue siendo el sofoco, especialmente cuando interfiere con el descanso nocturno y afecta la calidad de vida.
En cambio, hay otros problemas subdiagnosticados, como el dolor en las relaciones sexuales o la sequedad vaginal, que muchas mujeres no mencionan espontáneamente, pese a su alto impacto en la intimidad y el bienestar emocional.
Durante la menopausia disminuyen los niveles de estrógenos y testosterona, hormonas que influyen en la respuesta sexual. Esto puede generar molestias físicas, alteraciones del sueño, mayor cansancio y cambios en la imagen corporal, factores que inciden en el deseo.
Sin embargo, los especialistas aclaran que no en todas las mujeres disminuye la libido. En muchos casos, lo que ocurre es una transformación del deseo, que deja atrás la lógica reproductiva para abrir paso a nuevas formas de intimidad.
El acompañamiento profesional permite abordar estas dificultades con herramientas concretas: desde lubricantes e hidratantes vaginales hasta tratamientos hormonales locales, terapias específicas y apoyo psicológico o sexológico. El objetivo es claro: que la mujer no resigne placer ni bienestar por falta de información o contención.
La menopausia dejó de ser un tema privado o vergonzante. Hoy se entiende como una etapa que requiere diálogo, información y políticas de salud acordes a una realidad demográfica que cambió para siempre.
Consultar a tiempo, sostener hábitos saludables y contar con acompañamiento médico y emocional permite atravesar esta transición no como una pérdida, sino como una oportunidad para redefinir el bienestar y la calidad de vida en los años que vienen.
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